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El comienzo fue un Big Bang.

  • Foto del escritor: Juan Manuel Camezzana
    Juan Manuel Camezzana
  • 5 oct 2016
  • 2 Min. de lectura

¿Hasta donde te permitís volar?

Como muchas cosas, todo comenzó con un dolor de panza, que amenazaba con no dejarme dormir, luego llegó un dolor en el cuello que empezó en la base y se desplazó hasta llegar a la parte posterior de del oído en donde susurró "ya no tienes 20 amigo"...

No digo que haga falta una contractura en el cuello para darse cuenta que uno ya pasó (sobradamente) los veinte, ni siquiera me parece que esto se trate de discutir una edad en particular. Las contracturas pueden ser (y en general lo son) buenos indicadores del paso del tiempo, sin darnos tregua, sobre nosotros pero naturalmente damos por hecho que esto es algo normal. Es por eso que me parece más importante volver sobre ese dolor de panza, porque un dolor de panza, de esos que se empeñan en hacerse notar porque se van solo para volver con más molestia esta vez, no viene porque sí. Algo, algún sentimiento, situación recurrente o quién sabe qué lo hace regresar y ése, como todo lo que regresa recurrentemente, es un indicio que hay que tomar más en serio. En resumen, son dos las preguntas ¿por qué llegó? y ¿por qué siempre vuelve?.

Con otros dolores la cosa es muy fácil, y tal vez el dolor del corazón sean un ejemplo muy claro de esto porque todos sabemos y recordamos exactamente punto por punto cuales fueron los pasos hasta llegar a un corazón roto. Es más, los que tienen buena memoria hasta logran recordar el sonido que hace un corazón al romperse. Esto lo digo porque realmente no se cuando llega el dolor de panza pero si creo tener mayor certeza de porqué siempre vuelve y el secreto está en el sonido o mejor dicho la falta de él. Porque, ¿qué sonido hace una vida vacía?

Una vida vacía en un mundo que te dice lo que tenés que ser no da señales de su peligrosidad hasta que es demasiado tarde.

"No podes ir a jugar ahora, tenes que hacer la tarea..." "Estudiá para el examen, estudiá que tenés que aprobar" "Ahora no es el momento primero tenés que estudiar esa carrera universitaria"

"Ahora es el momento de trabajar, sino ¿como pensás hacer ese viaje?"

"Auto nuevo en 84 cuotas..."

"¿Te acordás de fulano? se casó y está esperando un hijo con la que era la hermana de del que salía con fulana"

"¿Te acordás de fulana? ¿viste que estuvo desaparecida? la tuvieron que internar porque la droga la iba a matar..."

Y así se nos va formando para aceptar que la vida es así y que no conviene llenarla de contenido porque eso implica llenarla también de preguntas... y las preguntas suelen ser incómodas... Pero cuando ese dolor de panza vuelve trae consigo el peso de la recurrencia y en algún momento se hace inevitable ponernos a pensar, ¿qué pasó con ese piloto de avión que yo soñaba ser cuando tenía diez años? ¿en qué momento se convirtió en un ingeniero aburrido?

Y si, continúa a una segunda parte...

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